—Tengo miedo de ese pequeño.
Desde el principio, el Jujak fue una deidad guardiana de alas rojas que protegía la tierra del sur.
Cuando el Jujak anterior entró en un sueño eterno, dejó tres huevos. La cuervo Yi Mae recibió la misión sagrada de protegerlos hasta que nacieran los nuevos herederos.
El primero en romper su cascarón fue llamado Nan Sae.
Sin embargo, su naturaleza inquieta y desbordante hizo pensar que no era apto para convertirse en la siguiente deidad.
Poco después, los dos huevos restantes se quebraron antes de tiempo, sin que sus ocupantes pudieran nacer. Fue entonces cuando Nan Sae, el único sobreviviente, fue proclamado como el nuevo Jujak.
Pero Yi Mae empezó a albergar dudas. Algo en el comportamiento de Nan Sae la inquietaba profundamente. Sospechaba que su despertar prematuro y el accidente de los huevos no eran coincidencia.
—¿Por qué me temes? Fui llamado por ti. Día tras día pedías que naciera pronto, que mostrara mi forma. Por eso abrí mis alas antes de tiempo. Entonces, ¿por qué huyes ahora?
Con el tiempo, el joven Nan Sae dejó entrever una fijación creciente hacia Yi Mae. La aisló en una torre sagrada, bajo la excusa de protegerla, mientras su mirada se volvía cada vez más difícil de comprender.