Al final, Joseph Malone fue sacado a rastras por el personal, y el show se reanudó.
Pero tras la presentación, no era el baile de Karen lo que estaba en boca de todos. Fue el escándalo de cierta bailarina y el duque.
Sintiéndose avergonzada por haber arruinado la presentación, Karen se encerró en su camerino privado y se dedicó a intentar controlar sus emociones.
Se apoyó en el tocador con los cosméticos encima, cubriéndose la cabeza.
Para ella, la danza y el escenario eran su mundo. Era el único en el que podía volar libremente…
Joseph Malone lo había arruinado.
|¿Yo le escribí una carta?|
Al parecer, según las palabras de Joseph Malone, le había enviado una carta. Una carta que contenía una petición ridícula para una propuesta de matrimonio en el escenario.
Dado que él era un demente, no sería sorprendente que cayera en algún tipo de delirio salvaje, pero algo era sospechoso.
|No puede ser, alguien se hizo pasar por mí y le envió una carta…|
El rostro de una persona apareció en su cabeza.
Karen necesitaba tiempo para pensar. Primero, cómo solucionar el problema y cómo convertirlo en una oportunidad.
Pero es difícil tener tiempo para uno mismo cuando eres la protagonista de un escándalo.
La puerta del camerino privado se abrió sin llamar. Una visitante indeseada entró resoplando por el enfado, evidente en su rostro; y pasando por alto los modales de pedir permiso para entrar.
—Es mentira, ¿cierto?
—¿Qué?
—¡Que sales con el duque Kloen!
Karen respiró hondo y cerró los ojos.
Era hora de volver a ponerse la máscara, ocultando su bajo estado de ánimo.
—Aunque sea mentira, ¿qué tiene que ver contigo?
—¿Realmente se están viendo?
—Alice, no es asunto tuyo.
Alice la admiraba pero también estaba celosa. Inmersa en un complejo de inferioridad, intentaba menospreciarla cada que podía, y cuando las cosas parecían ir bien, venía para comprobarlo por sí misma.
—Já, tú que pretendías ser diferente a nosotras. Al final, ¿no resultaste ser una patrocinada más a ocultas?
—…
—¿Por qué me miras así? ¿No estarás haciéndote la ilusión de que se están viendo como pareja en lugar de una relación de patrocinio?
Karen no respondió al sarcasmo de Alice. Ya estaba molesta por la presentación arruinada, pero no necesitaba malgastar sus emociones lidiando con Alice.
Sin embargo, la expresión de Alice fue triunfante al malinterpretar el silencio de Karen. Parecía pensar que le había dado un golpe certero dejándola muda.
Karen se miró en el espejo, ignorándola. Deseó poder quitarse el asfixiante maquillaje.
Pero apareció otra visita indeseada.
—¡Karen!
Mark, que abrió la puerta sin llamar como Alice, se dio cuenta de su error y se aclaró la garganta.
—Lo siento, he abierto la puerta sin permiso.
—No pasa nada. En vez de eso, por favor, la próxima vez asegúrese no hacerlo.
Al ver que Karen le respondía amablemente al director, a diferencia que con ella, Alice murmuró “zorra pretenciosa”.
Aunque fue en voz baja, su intención era que la otra persona la oyera, por lo que no sólo Karen sino también Mark oyeron claramente el insulto.
—¡Alice!
—Me retiro para que puedan hablar en privado.
Cuando Mark levantó la voz para regañarla, Alice salió disimuladamente del camerino.
—Karen, ya sabes cómo es. Alice…
—No se preocupe. No me ofendo por eso.
—… Bueno, es así.
—¿Es todo lo que tiene que decir?
El director había irrumpido en el camerino, luciendo presuroso por algo…
Cuando Karen le preguntó si eso era todo, Mark se quedó completamente mudo por un momento.
En su cabeza, lo sabía.
No tiene algún vínculo con Karen. No tiene el derecho a hacerle esa pregunta. Sería presuntuoso.
Sin embargo, aunque lo sabía en su cabeza, una emoción no identificable en su corazón hizo que abriera la boca.
—¿Cuál es tu relación con el duque Kloen?
* * *
Alice se sentía bastante bien.
|Karen Shanner, ¿supongo que tuviste la suerte de entrampar al duque Kloen?|
Pero aún así, no era adecuado decir que son pareja
Era una patrocinada más al igual que ella y el resto.
Planeaba contarle todo a las otras que odiaban a Karen. Algo como que Karen Shanner se engañaba a sí misma pensando que era la novia del duque cuando sólo era una querida.
Las risitas de Alice cesaron cuando vio a un completo desconocido de pie en un espacio donde no se le permitía la entrada a extraños.
Junto a él estaban el barón Theron y la coreógrafa Everdeen, que se habían acercado corriendo al enterarse de la noticia.
—D-duque. ¿Qué lo trae por aquí…? ¿Realmente ha venido a ver a Karen?
El barón Theron estaba tan ansioso por impresionar al duque Kloen que casi se podía ver la cola de un perro meneándose a sus espaldas.
Sin embargo, el duque miró a su alrededor como si buscara a alguien, luciendo completamente desinteresado por su entorno y por el barón Theron.
—¿Dónde está Karen?
Dijo él, agitando un ramo de flores.
—Como pueden ver, tengo una cita.
La expresión bastante agradable en su rostro era suficiente para hacerle lucir como un hombre enamorado.
* * *
Karen no respondió. Era difícil entender la intención del director, que siempre había sido educado con ella y nunca se había pasado de la raya.
—Karen, no creerás que realmente tienes una relación con él, ¿verdad?
—Suena exactamente con Alice, que se acaba de ir.
—¿Acaso soy como Alice? Lo digo porque estoy preocupado por ti.
Cuanto más Karen respondía con evasivas, más nervioso se ponía Mark.
—Karen, tú sabes cuán podridos están los aristócratas hasta los huesos. Sus matrimonios se basan en cuánto pueden beneficiarse, no en cuánto amor sienten.
—¿Entonces?
—El duque Kloen tiene un rostro apuesto. Ser considerado héroe nacional le hará lucir diferente de otros. No sé cómo ese tipo te engañó, pero…
Mark siguió soltando palabras como un hombre perseguido.
—No te hagas la ilusión de ser amada por él. Serás la única en salir herida.
—…
—Él no piensa en ti como su novia, Karen.
El duque Kloen probablemente no era diferente de cualquier otro noble, excepto por su hermoso caparazón.
No quería que fuera perjudicada.
No quería que fuera lastimada por otro hombre.
No quería que conociera a otro hombre.
—Ese hombre sólo te ve como su querida.
—De lo que tenía que decir, ¿ya terminó?
—Karen, sé que no te gusta lo que digo, pero…
—Por favor, retírese.
Karen no frunció el ceño. Tenía una expresión tranquila como de costumbre. Sin embargo, había frialdad en su voz cuando le pidió que se fuera.
Mark sintió como si hubiera sido expulsado de su corazón.
—¡El duque Kloen desapareció del recinto en cuanto terminó la presentación! Si te apreciara, ¿cómo pudo irse así como así… después de verte humillada en el escenario por Joseph Malone?
Aunque no tenía intención de enfadarse, Mark fue incapaz de reprimir las emociones que bullían en su interior y acabó alzando la voz.
—¡Despierta, Karen!
La voz de Mark aumentaba mientras Karen no respondía.
Se limitaba a mirarlo con la expresión de siempre.
Hicieron contacto visual y el director terminó bajando la cabeza. Tenía miedo de que Karen viera el lado feo que no sabía que tenía.
No se oía nada, salvo la pesada respiración de Mark. Karen, sumida en sus pensamientos en aquel espacio silencioso, estaba a punto de decir algo.
Toc, toc.
Llamaron a la puerta, dos golpes limpios.
—Tengo algo que hablar con Karen, así que regresa más tarde.
Mark, sin el permiso de Karen, le dijo que volviera luego a la persona visitante.
Toc, toc.
Pero de inmediato, volvieron a sonar otros dos golpes.
—¿No entiendes lo que te digo? ¡Regresa luego!
El director volvió a gritar con voz nerviosa, pero la otra persona volvió a llamar dos veces, como si no hubiera oído nada.
—¡¿Qué clase de idiota eres?!
Mark abrió la puerta bruscamente. Seguramente era el personal del nivel más bajo. Pero, en la puerta había una persona completamente distinta a la que él esperaba.
Era un hombre alto, con el pelo pulcramente peinado con pomada.
—Soy esta clase de idiota.
El tono del hombre era serio, pero juguetón.
Mark, demasiado avergonzado para decir nada, fue empujado ligeramente mientras el hombre extendía el ramo de rosas hacia Karen.
—Toma.
—¿Qué…?
—Flores.
Era un ramo de rosas con un fuerte aroma.
—Pensé que sería descortés de mi parte venir con las manos vacías, así que salí a buscarlas a toda prisa.
Arthurus desvió su mirada de Karen a Mark y preguntó.
—Aun así, ¿no son preciosas?
Era casi como hablar consigo mismo, pero estaba claro a quién iba dirigido.
A diferencia del exterior, que había estado en silencio desde la aparición del duque Kloen, Mark había estado gritando con fuerza dentro del camerino…
El ruido del interior debió haberse escuchado afuera.
Mark apretó los dientes avergonzado, inclinó bruscamente la cabeza y se marchó.
Él y los demás miembros de la compañía de ballet se dispersaron, y en el silencioso camerino, Arthurus habló con voz suave.
—¿He sido un buen novio, señorita Karen?
Karen, que estaba tocando los suaves pétalos de una flor, levantó la cabeza con expresión perpleja.
—¿Va a aceptar mi oferta?
—¿No es por eso que gritó en el escenario que estaba saliendo conmigo?
—Eso fue…
—Sonó como una presión dirigida hacia mí.
—… No se lo voy a negar.
Karen admitió con serenidad.
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