Close
   Close
   Close

El lugar donde se quebró la rosa dorada - Capítulo 18

Capítulo 18

 

No era algo para sorprenderse.

Ella sabía mejor que nadie cómo se trata a las ballerinas hermosas en el mundo de los aristócratas.

—Vi el artículo. Estás viendo a mi nieto, ¿verdad?

—Uh, eso es…

—Haha, no sé por qué estás tan asustada. Todavía no he dicho nada.

Ahora que lo presencia, ambos* tienen una forma similar de hablar.

(Becky: *Arthurus y su abuelo).

—No diré mucho.

Estaba claro que se oponía.

Esta era una crisis que llegó justo un día después de firmar el contrato. Karen apretó los ojos.

—¿Le gustaría hacer una visita a mi casa?

—¿Sí…?

—Me gustaría saber más sobre ti, porque no creo que mi nieto me lo diga voluntariamente.

Jude Cullen lució decepcionado cuando Karen no respondió fácilmente a la pregunta repentina.

—Es una carga para ti, ¿no?

—¡Oh, para nada! ¡Iré!

—Haha, empieza a agradarme más porque eres una jovencita muy risueña.

El que tenía un aspecto risueño era Jude Cullen, quien sonreía con frescura.

—Enviaré un carruaje mañana, pero por favor mantenlo en secreto de mi nieto.

—Sí, lo haré.

Jude Cullen, con el sombrero calado, se alejó, dejando el recado de verla mañana.

Cuando desapareció por completo, apareció Everdeen, que se había escondido en la esquina del pasillo.

—Gracias a Dios, Karen.

—…Everdeen.

—Estaba escuchando a escondidas por la preocupación.

Everdeen, tan nerviosa como Karen, exhaló profundamente y se sintió aliviada.

—Supongo que no tiene intención de oponerse. ¿Por lo que escuché, parece muy agradable contigo?

—… Me pregunto si realmente lo fue.

—¿No escuchaste lo que dijo? Incluso te invitó a su casa.

Claramente, sería difícil determinar si la actitud de Jude Cullen era hostil hacia Karen.

Porque la sonrisa en el rostro y su tono juguetón le hacían lucir amistoso.

Pero la sinceridad de una persona siempre puede verse en sus ojos. Especialmente si es una persona a la que se le da bien ocultar sus emociones, por eso hay que fijarse en los ojos, no en las expresiones faciales ni en la voz.

Y Karen sabía leer los ojos de la gente.

La forma en que Jude Cullen la miraba era cualquier cosa menos amistosa.

 

* * *

 

Aunque caminaba con la ayuda de un bastón, su espalda estaba encorvada. A pesar de su físico empequeñecido por la edad, no tenía un aspecto menor al de la mayoría de los hombres jóvenes.

Uno sólo podía imaginar lo magnífico que había sido su físico en la juventud. Cuando no tenía expresión, daba a la gente una extraña sensación de intimidación, pero también podía comportarse como un chico inmaduro, gastando bromas mezquinas e infantiles.

Por lo tanto, los que conocían a Jude Cullen o bien le temían, o se sentían en confianza con él, o sentían ambas emociones. Había momentos en que también se aprovechaba de los sentimientos de la gente hacia él.

Principalmente en asuntos relacionados con su nieto Arthurus.

—Has estado evitando el contacto con este viejo durante un tiempo, pero ahora muestras tu apuesto rostro.

Esta vez el oponente era Lois, que había estado ocupado evitando a Jude Cullen bajo las órdenes de Arthurus de tener la boca cerrada. Sin embargo, al final, Lois no tuvo más remedio que hacer una visita después de recibir una llamada del mayordomo de la familia Cullen que le dijo que el duque se sentía muy solo.

—Abuelo, me estoy muriendo. Sabes…

—Cualquiera podría pensar que Arthur es un mal jefe que te da palizas.

Jude Cullen se rió de buena gana y tomó un sorbo de té antes de volver al tema principal.

—Una bailarina del Swan’s Ballet.

—Sí, así es.

—¿Él está profundamente enamorado de esa dama?

—…

Lois guardó silencio un momento.

Se debatía entre dos opciones: permanecer leal a su amigo o estar a la altura de la confianza de Jude Cullen, quien era como un abuelo para él.

No era tan difícil leer los ingenuos sentimientos de Jude Cullen, que apoyó a Lois y lo había cuidado como a un nieto.

—De repente me acuerdo de los viejos tiempos…

Dejó la taza de té y se quedó mirando al espacio como si recordara un pasado lejano.

—No puedo creer que tú, que me robaste la billetera sin miedo cuando eras un niño, hayas crecido tan maravillosamente…

—Abuelo, por favor…

—Tú, que antes me seguías como a un abuelo, ahora valoras más a Arthurus que a mí.

La intención detrás de sus palabras era obvia.

Quizá para hacerle recordar la gracia que le brindó en el pasado. Lois era capaz de ver a través de las intenciones de Jude Cullen, pero siempre terminaba cayendo en el mismo truco.

—Creo que aún están en la etapa de conocerse.

Al final, Lois suspiró y confesó lo que sabía.

—La última vez, Arthurus trajo entradas para una función de ballet. No le ha interesado el arte desde que era un niño. ¿Podría ser que empezara desde entonces?

—No creo que fuera entonces…

—Lois, dime la verdad.

—Lo siento, abuelo. En realidad, yo tampoco sé algo.

Lois estaba realmente mortificado.

Jude Cullen siguió engatusándole y persuadiéndole sutilmente, pero en realidad no sabía nada.

Arthurus era un jefe tan loco por el trabajo que sentía que la vida era aburrida, y siempre estaba con él mientras trabajaba.

Pero por más que rebuscó en sus recuerdos, no pudo encontrar nada que hubiera puesto a Arthurus en contacto personal con las bailarinas del Swan’s Ballet.

—Vaya, estoy decepcionado. Siempre te consideré como un nieto…

Al final, al no poder obtener la respuesta que deseaba de Lois, Jude Cullen chasqueó la lengua con insatisfacción.

—No sabía que tenías un tercer nieto sin mi conocimiento.

En ese momento se oyó una voz inesperada.

Lois, que estaba observando a Jude Cullen, giró la cabeza en la dirección de la que vino la voz.

Esa voz sentía como una cuerda de salvación, pero tan pronto vio la mirada aguda dirigida hacia él, desvió presuroso la mirada.

—A veces no sé si eres mi secretario y amigo o un espía astuto enviado por mi abuelo.

—No le hagas eso a Lois, siempre lo pasa mal por tu culpa.

—Creo que es el abuelo quien está haciendo sufrir aún más a Lois, que ya de por sí lo está pasando mal.

Los ojos entrecerrados de Jude Cullen miraban fijamente a su nieto. Arthurus no evitó la mirada de su abuelo.

Se produjo una breve pelea entre abuelo y nieto en buenos términos.

—¿Por qué estás tan enfadado? No creo que te hayas molestado así cada vez que llamé a Lois y pregunté por ti.

—Fuiste al Swan’s Ballet.

—Esa jovencita ya te lo ha contado.

—¿Has hecho algo que merezca la pena contar?

Jude Cullen, acariciando su corta barbilla, levantó inmediatamente la comisura de los labios.

—¿Por qué estás tan enfadado si sólo he invitado a mi casa a la chica que se convertirá en mi familia?

—Karen y yo apenas estamos comenzando.

—Tienen algo casual, ¿es eso lo que estás diciendo?

—No estoy diciendo que sea casual.

—Entonces ya está.

Arthurus frunció el ceño ante el gesto que parecía indicar que no escucharía más.

—Yo más que nadie, quería que conocieras a una buena mujer. Estoy molesto por haberme enterado por un periódico, pero eso es todo.

—…

—No quiero hacerle daño a esa chica. Así que no regañes a este anciano. Te enojas sin razón.

Observando atentamente la cara de felicidad del abuelo, Arthurus preguntó como para confirmar.

—¿Estás diciendo que reconocerás mi relación con esa mujer?

—Hahaha, lo reconozco.

Cuanto más se reía Jude Cullen, más se enderezaban las cejas de Arthurus y su rostro finalmente adoptó una expresión tranquila.

—Ya veo. Supongo que lo malentendí.

—Ya que estás aquí, come algo y luego te retiras.

—Lo siento. Tengo una cita.

Arthurus inclinó la cabeza ante su abuelo y se dio la vuelta.

—Lois, sal cuando termines de actuar como una rata.

—¡R-rata!

Aunque Lois estaba en lágrimas, inclinó la cabeza ante Jude Cullen y fue tras Arthurus.

—¿Cuánto le dijiste al abuelo?

—…No te enfades. No tenía nada que decir.

—Eres un bocazas pero supongo que no podías decir nada porque no sabías nada.

Lois no encontraba las palabras para negarlo.

—No parece que tengas que preocuparte demasiado, el abuelo parecía estar de acuerdo. Me preocupaba que se opusiera a que salieras con una bailarina…

Arthurus dejó escapar una risa baja ante el comentario de Lois, que parecía no darse cuenta.

—Nuestra señorita Karen lo va a pasar mal.

Esto también formaba parte del contrato, así que Arthurus no sintió pena.

Aún así, esperaba que ella pudiera atravesar con éxito esa puerta.

 

* * *

 

Karen no pudo evitar sacar la lengua cuando vio el montón de papeles llenos de información sobre una persona.

—Esto es…

—Es una lista de cosas que no le gustan al abuelo.

—No puedo creer que odie tantas cosas. Qué puedo decir… Supongo que es una persona muy exigente.

La expresión de Karen era furtiva, ya que no podía atreverse a decir que la familia de la otra persona y adulto mayor tenía un problema de personalidad.

—Es generoso en todos los sentidos con la gente que le cae bien, pero encuentra hasta los más mínimos defectos en la gente que no le agrada.

—¿Cree, su gracia, que su abuelo me odiará?

—Ya la odia.

Fue una respuesta rápida que se sintió fría. Karen se rascó la mejilla y sonrió con tristeza.

—¿Es porque soy una plebeya?

—El abuelo decía si es una mujer a la que amo, su estatus social no importa… Bueno, no puedo decir con certeza que no habrá problemas en ese sentido.

—¿Supongo que el que sea una bailarina sí es un gran problema?

—No puedo decir que no.

Dejanos tu opinion

No hay comentarios aún. ¡Sé el primero en comentar!

🔒Esta página ha sido bloqueada temporalmente.
Por favor, vuelve a esta ventana para continuar navegando normalmente.