Todo el mundo sabía que las bailarinas mantenían en secreto relaciones inapropiadas con sus patrocinadores.
Aunque el abuelo fuera un anciano retirado de los asuntos mundanos, era imposible que no lo supiera.
Era un mundo en el que incluso si una mujer tenía antecedentes de divorcio, se consideraba un problema. Ninguna familia acogería a una mujer que pudiera estar recibiendo ayuda a cambio de su cuerpo; aunque Karen afirmaba nunca haber hecho nada parecido.
Como el ambiente general de la comunidad era así, no había forma de confiar en la limpieza de los individuos que la conformaban.
—No lo leeré.
Karen se rindió fácilmente.
—Señorita Karen, conocer a mi abuelo es parte de nuestro acuerdo.
—Lo sé. No estoy diciendo que no vaya a conocerlo.
Los puntos de la lista eran triviales del uno al diez.
Evitar tintinear la taza de té al dejarla en una superficie, hablar sólo en un tono de voz moderado, etc…
Cuando alguien ya ha decidido que la otra persona no es de su agrado, incluso una bonita sonrisa puede ser otro motivo más de desagrado.
Por eso, esta lista no tenía sentido.
—Haré todo lo posible para que me quieran por lo que soy.
—No será fácil.
—Aunque no sea fácil, tengo que intentarlo.
Respondió ella alegremente, en contraste a la evidente fragilidad de la sonrisa que parecía poder esfumarse en cualquier momento.
Para Arthurus, Karen era fascinante.
Aunque luzca como una ola tranquila en un lago, puede florecer salvajemente en la primavera…
El se jactaba de calar bastante bien a la gente, pero esta vez le costaba descifrar a la mujer que tenía enfrente.
—Su abuelo es una persona importante para usted, ¿verdad?
La pregunta de Karen surgió de la nada, y la mano masculina sosteniendo una pluma, mientras revisaba el informe de la nueva arma, se detuvo.
Le pareció gracioso que le preguntara sobre si su familiar era importante para él. Porque era muy obvio.
Sin embargo, Arthurus no podía dar fácilmente esa respuesta evidente.
Su abuelo era el único miembro de lo que él consideraba su familia. Por eso lo ama, pero…
—…Porque somos familia.
Respondió Arthurus medio compás más tarde. Karen asintió como si supiera que lo haría.
—Seguro que para su abuelo también es así. Su único nieto debe ser muy valioso…
—…
—Qué disgusto para él debe ser la mujer que sale con su nieto.
El agarre en el bolígrafo se tensó repentinamente.
Sin embargo, cierta voz, dulce y suave, provocó cosquilleos en el dorso de su mano.
—Así que haré todo lo posible por complacer a su abuelo.
A Arthurus le resultaba difícil mirar los ojos dorados de Karen.
—Para que su querido familiar no se enfade.
Sinceramente, él no había esperado que esas palabras salieran de la boca femenina.
Ella no parecía preocuparse por sus propias penurias, sino que estaba considerando la situación de otra persona junto a su familia.
Tal vez debería elogiarse eso como amabilidad.
Le hacía sentir estúpido.
—Si quiere hacer su mejor esfuerzo, empiece memorizando la lista.
—¡Pero es demasiado!
—Dijo que lo intentaría y ya está flojeando.
Arthurus no estaba acostumbrado a este tipo de cosquilleos. Tendía a querer evitar las emociones desconocidas.
Las mejillas de Karen se sonrojaron ante la burla deliberada.
Entonces la atmósfera se volvió definitivamente menos incómoda que antes. Pero por alguna razón, la sensación de cosquilleo en alguna parte de él no desapareció por completo.
* * *
La mansión de Jude Cullen, fundador de la empresa de la industria militar “Arthurus”, era magnífica, más allá de lo extravagante.
Karen llegó en un carruaje; con el cabello prolijamente recogido, siguió al mayordomo hacia el interior.
—Haha.
Levantó la cabeza y escuchó una risa refrescante. Jude Cullen, de pie en la barandilla por encima de ella, la saludó con una sonrisa alegre.
—Gracias por aceptar la invitación.
—Gracias a usted por invitarme.
—Suba aquí. A los viejos nos cuesta bajar las escaleras.
Karen, sin la intención de hacer esperar ni un minuto más a un adulto mayor, se apresuró en subir las altas escaleras a paso ligero.
—Huh, una dama caminando tan rápido.
Pero se apresuró a aminorar su marcha cuando oyó la desaprobación en Jude Cullen.
—Viendo lo lenta que va, ¿tiene algún problema de resistencia?
Esta vez Karen volvió a acelerar el paso.
Ya tenía la sensación de que sería difícil complacer a Jude Cullen.
Finalmente, subió las escaleras y Jude Cullen la condujo a una sala de estar, de nuevo con su rostro de anciano amable puesto.
—¿Le importa si tomamos una taza de té primero y luego le enseño la casa?
—No hay problema. Por favor, adelante con lo que le parezca bien
—Caramba, cómo puede una persona joven no tener opinión propia…
—Entonces sería mejor ver la casa primero…
—No tiene consideración con la gente mayor.
(Becky: Me está picando la mano 🙃)
Era lo esperado.
Aunque Jude Cullen fingía ser amable con ella, encontraba defectos en cada uno de sus movimientos y en cada palabra que decía.
Pero era soportable.
Pensó que esto era mejor a recibir amenazas para romper vínculos con su nieto.
—Me pregunto qué habrá dicho Arthur de muerto encuentro.
—El duque estaba muy preocupado, pero…
—Debería estarlo. Evitaba el contacto con este viejo, pero cuando se enteró de que iba a encontrarme con usted, vino enseguida.
Jude Cullen la interrumpió y siguió hablando con una sonrisa en su rostro.
Su rostro tiene claramente una expresión sonriente…
Karen no podía quitarse la sensación de que el hombre que tenía delante la estaba analizando.
—¡Gracias a usted misma he aprendido que es una soplona, haha!
Cuanto más fuerte reía Jude Cullen, más presión sentía Karen.
—Lo lamento.
—No quería oír sus disculpas.
—No podía romper la confianza que tengo con el duque.
—¿Confianza?
—Prometimos no guardarnos secretos.
—Hoo-
Jude Cullen dio una respuesta desagradable con una expresión aparentemente alegre.
—A cambio, has perdido mi confianza.
Karen se mordió suavemente el labio inferior.
Parece que la conversación de hoy no va a ser fácil.
* * *
—Sabes que hay una junta regular programada por la tarde, ¿verdad?
Arthurus celebraba periódicamente juntas secretas con miembros de la familia real y del parlamento.
Muy pocas personas sabían algo sobre esas reuniones, ni siquiera Jude Cullen.
El hecho de que fuera secreto también denotaba la importancia existente.
—Y, además…
Lois, que estaba recitando la agenda de hoy, se detuvo un momento al ver la inusual expresión de Arthurus.
Tenía una expresión de seriedad, pero eso mismo hizo que dudara si estaba siendo escuchado.
—¿Arthurus…?
—No funcionará.
—¿Qué?
—Aplaza las otras citas hasta mañana.
—¿Qué hago con la junta regular?
—Regresaré para entonces.
Luego Arthurus tomó su abrigo y se lo puso sin explicar siquiera adónde iba. Abandonó la compañía, dejando atrás a un desconcertado Lois.
Además, por encontrarse con su abuelo, se olvidó de subir a un carruaje; se subió al coche y, algo más insólito en él, le dijo al chófer que se diera prisa.
Por lo que Arthurus sabía, su abuelo no era una persona que insultara o hiciera daño a los demás. Sin embargo, nunca se había opuesto a una mujer que conociera su nieto, así que no tenía ni idea de lo que diría para intentar apartar a Karen
Dado que estaban en una relación contractual, era su deber tratar con su abuelo.
Pero…
Porque aún quedaba tiempo.
También tenía curiosidad.
Así que simplemente iba a dar un vistazo.
* * *
Las cosas de las que se hablaría al conocer a la familia de una pareja estaban dentro del rango esperado.
¿Dónde se conocieron, cómo se desarrolló la relación y qué suelen hacer cuando se encuentran?
¿Hay la convicción de que la relación puede desarrollarse más en el futuro?
Era lo mismo de siempre y lo más obvio.
La diferencia es que en casos normales, la conversación sería cálida y reconfortante, pero no era el caso en la situación en la que Karen se encontraba ahora.
—Por eso el duque se enamoró a primera vista después de ver mi actuación.
—Tch… Una relación sólo puede durar si hay una buena personalidad…
Karen había atado cabos con Arthurus y contó el relato final inventado.
Sin embargo, Jude Cullen concluyó sarcásticamente que su nieto se enamoró de ella basándose únicamente en su aspecto y no esperaba que la relación durara mucho.
—El duque siempre está ocupado con su trabajo, pero se esfuerza por sacar tiempo para mí.
—También es una virtud importante confiar y darle su espacio a una pareja que está ocupada…
Luego la criticó por ser una persona inmadura que molesta a su pareja ocupada.
Poco a poco empezó a sentir la frustración por el mal trato del adulto mayor.
—Oh Dios, supongo que mis pensamientos salieron de mi boca inconscientemente.
—…
—No quería que se viera y escuchara eso. Lo sabes, ¿verdad?
—…Sí.
Cualquiera que lo viera pensaría que era algo que se había dicho a sí mismo
Pero Karen no tuvo más remedio que asentir ante aquellas mentiras.
—Si te sientes ofendida, siéntete libre de decirlo.
—No me sentí ofendida en absoluto.
Karen sonrió y mintió, desmintiendo sus propios sentimientos.
Podía aguantar por un tiempo, pero cada conversación siendo respondida de manera sarcástica, no pudo evitar sentirse desanimada.
—Arthurus es un hombre que sólo sabe trabajar. Eso significa que es más ingenuo de lo que parece.
Karen se acordó del trato que le daba Arthurus. No importa cómo lo mire, él estaba lejos de ser inocente, pero decidió no decir nada innecesario en una situación en la que ya la odiaban.
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