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El lugar donde se quebró la rosa dorada - Capítulo 3

Capítulo 03

 

 

El barón Theron miró a Arthurus Kloen y apretó los puños. Como se había mencionado, llevaba bastante tiempo solicitando insistentemente una reunión. Una reunión que sólo se hizo realidad gracias a tanta persistencia…

Si se va ahora, no habrá una segunda oportunidad.

—Duque Kloen.

Cuando el barón Theron le llamó con una voz que apenas podía contener su humillación, Arthurus Kloen desvió la mirada de sus papeles hacia él. Había indiferencia en aquellos ojos, como si aún estuvieran ausentes. Arthurus se apoyó en el respaldo de su asiento y esperó en silencio las siguientes palabras del barón 

Éste sacó algo de su bolsillo y se acercó al escritorio.

—Habrá una presentación del Swan’s Ballet, del que me he hecho cargo.

Lo que entregó era una entrada para la actuación de una compañía de ballet.

—Por favor, venga a ver el espectáculo sólo una vez. Una vez que vea la actuación, cambiará de opinión.

—Elogio su tenacidad, pero qué puedo decir, voy a estar ocupado…

—Puede darse una vuelta con su abuelo materno. O podría venir con su pareja.

Molesto, sí, pero la persistencia del barón Theron era encomiable. Arthurus miró el boleto sobre el escritorio y luego clavó los ojos en el rostro ajeno.

—Aunque no tenga intención de invertir en mi negocio ahora, al menos podría ir a ver el espectáculo.

—…

—Estoy seguro de que después le gustará tener una larga conversación conmigo.

Ah, qué hacer…

Aunque vaya a ver la presentación, Arthur sabe que sus pensamientos no cambiarán en absoluto. Era una gran molestia.

No era extraño que los hombres de negocios mantuvieran a bailarinas como amantes en nombre del patrocinio.

Aunque sólo viera la actuación de las bailarinas, estallarían todo tipo de escándalos sensacionalistas. Un escándalo no dañaría su negocio, pero sería una molestia con la que no necesitaba lidiar.

—Luce confiado.

—Porque hay una razón para ello.

Por primera vez, una sonrisa confiada apareció en el rostro del barón Theron, que había estado tenso desde que se enfrentó a Arthurus.

 

* * *

 

El camerino de las bailarinas no era muy luminoso, salvo por la suave iluminación rojiza. Lo mismo ocurría en el camerino especial para la Étoile, la estrella del escenario y mejor bailarina.

Karen cerró los ojos en silencio, dejando su rostro en manos de su maquilladora. El único momento en que Karen, que tenía que realizar cada pequeño movimiento a la perfección para aliviar su frustración, recuperaba la compostura era, paradójicamente, justo antes de su actuación.

—Karen también está perfecta hoy.

Ante las palabras de Toni, la maquilladora directa de la Étoilé, Karen sonrió con torpeza y se miró al espejo.

—Toni, todo está bien…

Tras estudiar detenidamente su rostro, Karen tomó la palabra.

—¿Pero crees que podrías echarme una capa más en los ojos?

—¿Eh?

—Me parece demasiado recatado…

Sosteniendo la brocha, Toni abrió mucho los ojos y puso una expresión extraña. Había maquillado el rostro de Karen innumerables veces, pero ésta era la primera vez que le pedía lucir más guapa. 

—Supongo que iba a llegar el momento que hicieras la misma solicitud que las otras niñas. 

—… Lo siento.

—No tienes por qué sentirlo. Sólo estoy asombrada. Quiero decir, siempre estás en un escenario donde eres el personaje principal, pero eres un poco indiferente al respecto, incluso con toda esa práctica.

Toni continuó su conversación alegremente y miró el aspecto de Karen en el espejo.

—Pero si quieres interpretar el papel de una espía seductora, quizá tenga que embellecerte un poco más.

La presentación del día era sobre una historia basada en Mata Hari, una bailarina y espía de la India; Karen llevaba un colorido traje de estilo indio. Debido a la naturaleza de su personaje, parecía una buena idea que se le aplicara todo el maquillaje posible.

—Hmm… Por cierto, Karen.

—¿Sí… ?

—¿Vendrá alguna pareja tuya a la actuación de hoy?

No pudo evitar hacer esta pregunta. Conocía a Karen durante tanto tiempo como para saber que sólo hay una explicación para hacer una solicitud así, cosa que nunca había hecho antes.

—¿Es así, cierto? Tu pareja viene, ¿verdad?

—No, Toni, ya me conoces. No tengo intención de salir con nadie.

—¿Segura que no?

—Sí, de verdad que no.

—¿Por qué no te consigues un novio? Ya que no sales con nadie, los de arriba…

Toni siguió hablando sin pensárselo mucho, pero se dio cuenta de que había cometido un error y cerró la boca.

La mayoría de las bailarinas tenían patrocinadores.

Podía sonar a mecenazgo, pero en realidad era ser las amantes de hombres de negocios y aristócratas.

Ellas les proporcionan una noche de belleza excitante, y ellos, a cambio, les dan su patrocinio.

Esto era frecuente en la capital, y también se fomentaba activamente dentro de las compañías de ballet, que actuaban como agencias casamenteras en las altas esferas para quienes deseaban entablar amistad con los aristócratas. 

Karen también fue abordada para aceptar patrocinios. Algo natural al ser el personaje principal que más destaca en el escenario.

No en vano ostentaba el título de “Étoile” en su compañía de ballet, formada por decenas de bailarinas.

Karen Shanner era singularmente bella.

Tanto en apariencia como en el baile.

Con cada paso que daba con sus zapatillas de ballet, florecían las flores, caía la noche y volaban las mariposas.

Pero una flor hermosa atrae a muchos insectos.

Había mucha gente poderosa que codiciaba a Karen. Sin embargo, ni una sola vez se puso la gargantilla negra que significa que una bailarina recibe el patrocinio de alguien.

A pesar de ser la bailarina más destacada de la capital, por no hablar de escándalos, no había indicios de que estuviera con un hombre, y mucho menos de que protagonizara un escándalo, por lo que la persecución de los poderosos hacia ella se hicieron más insistentes y persistentes.

Pero eso era, en toda instancia, culpa de las bestias que intentaban apoderarse de las mujeres por la fuerza, no de Karen.

Toni sintió ganas de morderse la lengua por insinuar algo que parecía reprender a Karen a pesar de no ser esa su intención.

—No pasa nada, Karen.

Karen sonrió suavemente y contempló su rostro reflejado en el espejo, como si hubiera mirado en el corazón de Toni.

—Sé que siempre estás preocupada por mí, Toni.

—Lo siento…

—Sé que no lo dijiste con mala intención. Así que no te disculpes.

Una mujer que sonríe torpemente cuando alguien le hace un cumplido por su belleza, ahora sonreía con más naturalidad que nunca para apaciguar a la otra mujer. Era casi como si estuviera actuando en el escenario.

Toni solía encontrarla fascinante en momentos como este. Karen no se lleva bien con la gente, a veces parece socialmente inepta, pero en momentos como este, parece ser capaz de mirar a través de otros mejor que nadie. Aunque hacía mucho tiempo que trabajaban juntas, Toni no sabía nada de Karen.

—¡Déjame retocarte el maquillaje!

Para animar el ambiente, Tony se ocupó de traer una paleta de sombras.

Toc, toc, toc.

En ese momento, alguien llamó con mucha urgencia a la puerta del camerino.

—Adelante.

En cuanto cayó la voz de Karen, la persona que abrió la puerta y entró no era otra que el director Mark.

—¿Director…?

—¿Estás lista?

—Sí, ya está.

Cuando miró el reloj, se dio cuenta de que no quedaba mucho tiempo. Desafortunadamente, no parecía haber tiempo para retocar el maquillaje de los ojos.

—Es un desastre afuera.

—¿Qué está pasando?

Esta vez fue Toni, y no Karen, quien respondió al director Mark. Karen levantó el pintalabios y, pesarosa, se pintó aún más los labios de rojo.

—¡El duque Kloen está aquí!

La mano de Karen, aplicándose el carmín, se puso rígida ante las palabras del director Mark.

—Gracias a él, ahí afuera es una locura.  Nuestros cisnes* están mareadas de emoción, muy entusiasmadas con la posibilidad de encontrar un nuevo patrocinador.

(N/T: *Otra forma de llamar a las bailarinas de ballet).

Toni estaba alborotada a un lado, pero la mirada del director Mark se centró en Karen. Hace unos días, mientras practicaba, se dio cuenta de que Karen estaba interesada en Arthurus Kloen, quien había aparecido en el periódico.

Cabeza de una antigua, aristocrática y prestigiosa familia, un hombre de negocios que tiene fama de atesorar todo su dinero y que no le presta atención a nadie. Karen tampoco le había dado su atención a nadie, pero tal vez sería diferente en presencia de Arthurus Kloen.

A parte de su riqueza y poder masculinos, su aspecto era suficiente para robar el corazón de las mujeres.

Si vas a conocer a una persona poderosa, bien podría ser alguien que también tenga belleza.

—Karen, de casualidad…

—No queda mucho tiempo.

Pero entonces, ¿era equivocado pensar que Karen sintiera interés por Arthurus Kloen?

—Tengo que ir detrás del escenario ahora.

Karen no mencionó nada sobre Arthurus Kloen.

|Vale. No es que sólo la conozca un año o dos…|

Se conocen desde hace 5 años.

La fama de Arthurus Kloen comenzó mucho antes, pero Karen nunca había mostrado interés.

No, ella es Karen, quien nunca ha volteado a ver a un hombre.

El director Mark asintió con la cabeza, sintiendo un extraño alivio ante el aspecto aparentemente inalterado de Karen.

—Gracias por lo de hoy, Toni.

Karen agradeció a Toni como siempre lo hacía, y luego se fue a la sala de espera detrás del escenario.

Ahora sólo le quedaban unos minutos antes de la presentación.

Giró los tobillos y el cuello, preparándose para su próxima actuación.

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